Día 6: Península de Snaefellsness

Rumbo al oeste y llegada a la península de Snaefellsnes

El sexto día fue otro dedicado a la carretera, recorriendo el lado oeste de Islandia mientras volvíamos hacia el sur. Como suele pasar en Islandia, el viaje en sí fue parte de la experiencia, con paisajes espectaculares y pequeñas paradas que hicieron del trayecto algo especial.

Una de las paradas más destacadas fue en el cañón de Kolugljúfur, un lugar impresionante con cascadas que parecen salidas de un cuento. La fuerza del agua y la profundidad del cañón te dejan sin palabras. También visitamos Grabrok, un sistema de tres cráteres volcánicos. Subimos a éste para disfrutar de las vistas desde arriba; el esfuerzo valió la pena.

Nuestro destino del día era la península de Snaefellsnes, donde empezamos explorando algunos de sus rincones más conocidos. Visitamos la famosa iglesia negra de Budir, una pequeña iglesia de madera completamente negra que destaca por su simplicidad y el contraste con el paisaje.

Luego, fuimos a la playa de Ytri Tunga, conocida por ser uno de los mejores lugares en Islandia para ver focas. Y sí, tuvimos suerte: pudimos observarlas descansando cerca de la orilla.

Ya por la noche, llegamos a Grundarfjordur, donde nos alojamos. Cenamos en el Harbour Café, un lugar acogedor con buena comida. Decidimos ser valientes y probar el famoso tiburón fermentado (Hákarl). Su sabor es extremadamente intenso y peculiar, y aunque fue interesante probarlo, no se convirtió en nuestro plato favorito. Por suerte, el resto de la cena compensó la experiencia.

Con el cansancio acumulado y satisfechos con todo lo que habíamos visto, nos fuimos al hotel a descansar, listos para seguir explorando esta maravillosa península al día siguiente.


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