Día 8: Círculo de Oro y balneario de Hvammsvik

Hoy lo dedicamos a explorar el famoso Círculo de Oro, una ruta imprescindible para quienes visitan el país.

La excursión comenzó con un desayuno único en un área geotérmica, donde hervimos huevos en aguas termales. Comer algo cocinado directamente por la tierra volcánica fue una experiencia sencilla pero memorable, muy en línea con el espíritu de Islandia.

Nuestra primera parada fue en la espectacular cascada de Gullfoss. Sus dos niveles de caída y el ruido ensordecedor del agua la convierten en una de las cascadas más impresionantes del país.

Continuamos hacia el cráter de Kerid, un antiguo cráter volcánico lleno de agua que ofrece un contraste increíble entre el rojo de las rocas y el azul del lago.

Después, visitamos la fisura tectónica en Þingvellir, un lugar donde literalmente puedes caminar entre las placas tectónicas de Europa y América. La historia geológica y cultural del lugar lo hace doblemente especial, ya que también fue el sitio del primer parlamento islandés.

Otra parada icónica fue el géiser Strokkur, que impresiona con su erupción cada pocos minutos. Ver cómo se forma la burbuja justo antes de que estalle es fascinante y un espectáculo que no cansa.

Para terminar el recorrido, nos llevaron al balneario de aguas termales de Hvammsvik, una joya escondida. Nos encantó porque, a diferencia de otros balnearios más famosos de Islandia, no estaba abarrotado de turistas. Además, su ubicación en la costa permitió disfrutar del contraste entre las cálidas aguas termales y las frías aguas del océano. Fue una manera perfecta de relajarnos después de un día lleno de actividad.

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De vuelta en Reykiavik, cerramos la jornada con una cena en Hereford, donde probamos su «menú islandés». Incluía delicias como puffin ahumado y la tradicional tarta de Skyr. Aunque algunos sabores fueron más curiosos que placenteros, la experiencia fue única y muy acorde con el espíritu aventurero de nuestro viaje.


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